viernes, 14 de octubre de 2011

Setenil de las Bodegas, Octubre 2011


Situada en la esquina nororiental de la provincia gaditana,
Setenil de las Bodegas es, para mí, el pueblo más pintoresco de la Sierra de
Cádiz y uno de los más bonitos de la provincia.

Enclavada, como dije, en plena sierra tiene sin embargo un
clima benigno al estar al abrigo de los vientos y del frío serrano. Este abrigo
se lo proporciona el estar situada en el fondo de un valle formado por el río
que unos llaman Trejo, pero que su nombre es Guadalporcún. Este río que cruza
la sierra gaditana de sur a norte para desembocar en el Guadalete y que cuenta
con 43 Km. de cauce a veces suave, a veces salvaje, nace en la vecina Alcalá
del Valle a 420 m sobre el nivel del mar y cede sus aguas al padre gaditano a
la altura de Puerto Serrano unos 240 m de desnivel más abajo. Es en su
accidentado viaje atravesando antiquísimas rocas blandas de caliza, cuando
excava en sus meandros la blanca población de Setenil.



Visitada desde antiguo por los pueblos que habitaron la
provincia, se encuentra muy cerca de la antigua Laccipo, castro romano que
vigilaba las vertientes malagueña y gaditana siendo una atalaya para controlar
el paso de una zona a otra desde el S. I a.C. hasta el S. I o II d.C.
Visigodos, moros y cristianos se sucedieron en los años siguientes siendo los
dos últimos dueños por periodos sucesivos de este enclave necesario para
dominar el paso por la sierra gaditana hacia la Axarquía y Granada.

De aquella época es el castillo que corona uno de los
escarpes sobre el río y del que solo queda la torre del homenaje (que está en
proceso de restauración) y algunos lienzos de la muralla que lo protegía.
Considerada inexpugnable, Juan II de Castilla le puso sitio en 1402 y tuvo que
levantarlo sin llegar a tomarlo. Durante casi un siglo se sucedieron siete
asedios que dieron nombre al pueblo que crecía a sus pies, Septem nihil (siete
veces y nada) hasta que en 1484 los Reyes Católicos consiguieron tomarla, abriéndose
paso hacia Granada. Se sabe que durante el asedio, la reina Isabel dio a luz a
un hijo que murió a las pocas horas y a quien iban a poner el nombre de
Sebastián y que mandaron erigir la ermita de san Sebastián en su nombre en el
sitio donde fue enterrado. En el coro de la Catedral de Toledo hay una escena
grabada sobre este asedio.

Es una lástima que esta ermita no esté abierta al público.

Aparte de estas dos edificaciones medievales está la Iglesia
gótico-mudéjar de la Encarnación que domina el río y que se puede ver en todo
su esplendor desde la calle de la Jabonería, al menos los contrafuertes de su
ábside. Tampoco es visitable por desgracia salvo durante el culto.

Pero lo que realmente caracteriza al pueblo es el pueblo en
sí. Olvida el coche en algún aparcamiento y prepárate a caminar por sus
empinadas calles y sentir sobre ti el fresco de las calles bajo toneladas de
piedra caliza.
Ruta desde Cádiz capital hasta Setenil



Normalmente entraremos desde Olvera o el Gastor por las
carreteras CA-9120 o CA-9113 respectivamente y desembocaremos en una
plazuelilla llamada calle de San Sebastián. Esta calle baja hacia el pueblo
formando curvas. Llegaremos tan solo unos metros más abajo a un cruce con la
calle Reyes Católicos que viene también paralelamente de la entrada del pueblo.
A nuestra derecha veremos una cuesta que sube hacia el cementerio, la ermita de
s. Sebastián y un mirador desde donde se ve todo el pueblo. Convendría una
visita para disfrutar de lo que posteriormente vamos a ver allá abajo y hacer
unas panorámicas.

Después de este ínterin, continuaremos bajando por donde veníamos
calle S. Sebastián abajo. Desembocamos en una calle más ancha llamada S. Román
y seguimos bajando. Esta calle se convierte en calle del Carril Alto que sigue
bajando en meandros hacia el centro. Cruzaremos un puente sobre el río y ya
vete pensando en bajar del coche en cuanto puedas, porque ahora empieza lo
bonito.

Imagino que has podido dejar el coche cerca del puente y te
encuentras en él. Si miras hacia donde hemos ido bajando podrás ver una
pasarela peatonal de hierro que cruza el río unos metros más arriba y que da un
poco de vértigo estando colgada sobre el tajo. Situandote de espaldas al Bar
Zamudio (apellido típico del pueblo) y mirando hacia el frente se abre la calle
de las Cuevas del Sol. A ambos lados del río se levantan paredes rocosas bajo
las cuales se hayan las típicas casas semitroglodíticas de Setenil. No se trata
de cuevas excavadas o naturales aprovechadas para vivir como en muchos otros
pueblos como la misma Granada. Se trata de un abrigo rocoso cóncavo excavado
por un río que en épocas pasadas debió ser muy caudaloso y que arañó la pared
que había ido cavando haciendo un surco hacia adentro que los habitantes han
aprovechado para ponerle una fachada y utilizar la roca como techo. Algún tramo
de la calle, sobre todo la que está al cruzar el río por algunos de los
hermosos puentecillos, Calles de las Cuevas de la Sombra, tiene un autentico
techo pétreo al estar la casa de enfrente también bajo la piedra. Los nombres
de Cuevas del Sol y de la Sombra vienen, y lo comprobarás en cuanto pasees por
ellas, porque la primera está orientada al sur y recibe casi todo el día los
rayos del sol y la otra lógicamente se orienta al norte y está todo el día en
sombra siendo bastante húmeda la que corren chorros de agua.



Vista de pajaro, marcadas las calles cuevas del Sol y la Sombra abajo y Jaboneria arriba.

Por la calle Cuevas del Sol hay muchas terracitas donde
tomarse unos vinos de la zona, o probar un tinto del lugar con chacinas típicas
como el lomo embuchado o un queso de la sierra que está para quedarse y no
marcharse de allí. Setenil es muy famoso por el aceite que se fabrica en sus
almazaras tradicionales y por sus productos del cerdo ibérico, así como por los
quesos curados, en aceite de la sierra o en pimentón.

El nombre “de la Bodegas” viene porque en su término se
recogía uva tinta y existían bodegas en las cuevas, una tradición que
desapareció y que vuelve poco a poco de nuevo a sus cultivos. Probé el tinto de
Setenil y bueno, no pasaría por la mesa de un sommelier pero tampoco es para
tirarlo. Es un vino muy joven en todos los aspectos y conviene tomarlo frío, y
pronto, con unas buenas tapas de queso.

Si queremos comprar algunos productos típicos, cruzad el río
justo allí mismo donde están las terrazas. Los puentes de piedra animan a
fotografiar el cauce y las paredes de donde cuelga la vegetación como en
balcones. Pasamos a la calle de las Cuevas de la Sombra y pasamos bajo un techo
de piedra. A mano derecha encontramos una tienda llamada “la Casita” y allí hay
de todo lo que podemos degustar en cualquier zona de la Sierra de Cádiz y
Setenil en particular. Enfrente hay un mirador precioso. Bajamos la calle y
volvemos a cruzar un puente para regresar a las Cuevas del Sol.

Subimos toda la calle hacia una callejuela que sube en
pendiente de nuevo. Nos dirigimos hacia la calle Jabonería. Bajando la calle
podremos admirar como la antigua Septem Nihil se va elevando en la margen opuesta. Volviendo sobre nuestros
pasos cruzaremos por la calle Triana para poder subir al casco antiguo, al
viejo torreón del castillo.

Subiremos un poco la calle y cruzando el Puente de Triana,
pero no el de Sevilla, desembocamos en la calle de la Vega. Subiendo la
cuestecilla que nos comunica allí nos volvemos hacia el puente por el que hemos
subido y hay una vista magnifica del pueblo que se encarama a las peñas.

Más o menos a esa altura, la del nº 23, se acaba la calle
Vega y empieza la calle Mina. Esa casa tiene fachada a otra callecita paralela,
muy empinada y escalonada que sube 180º volviendonos sobre nuestros pasos, en
dirección a la Torre. Luego de subir un trecho desembocaremos en la Calle
Constitución justo en un bonito restaurante. Si miramos hacia arriba veremos el
Torreón, pasando bajo el arco de la calle Callejón veremos a nuestra derecha la
calle Villa que nos lleva directo a la Iglésia de la Encarnación y al castillo.
Desde aquí y hasta volver al puente donde dejamos el coche, unos 600 m
desandando el camino y 10 minutos de caminata, esta vez cuesta abajo, menos
mal.